A la ya extensa lista de desafíos y habilidades que los Líderes deben dominar, se sumó la pandemia, y con ella un nuevo Paradigma.
Lo que muchos veían como una posibilidad casi utópica, de pronto se hizo realidad. El tan anhelado por muchos, “Home Office” se transformó en una realidad obligada. Muchos Líderes se encontraron sin la posibilidad de interactuar físicamente con sus equipos. Y ahí surgió un obstáculo: Cómo ejercer un liderazgo positivo capaz de trascender una pantalla? Cómo motivar? Cómo empatizar? Cómo inspirar?
El Líder debe estar mucho más pendiente de la situación de cada uno y debe confiar cada vez más en ellos y en el trabajo que hacen. No solamente hacer reuniones por temas estrictamente laborales, sino organizar también charlas uno a uno, para saber cómo están, qué necesidades tienen y de qué forma los puede ayudar. Todos estos temas no pueden recaer en el antes conocido como Depto. de RRHH, no es práctico y es, en la inmensa mayoría de los casos, físicamente imposible llegar a cada integrante adecuadamente. El rol del Líder es una vez más esencial, y se transforma en el “cordón umbilical” que genera el vínculo entre el colaborador y la organización.